viernes, 6 de septiembre de 2013

"Searching for Sugar Man" (Hey Rodríguez, now here's a Cold Fact to you...)



En épocas donde el Shazam reina, el producto se caza en tiempo real. Todos los registros de descargas online se rompen mientras Katy Perry o Justin Timberlake cantan (o doblan, qué sé yo) su nueva canción amparada en una disquera de chequera larga; entre más larga es la chequera y el lobby, más larga es la presentación en vivo por el canal que dispara a un target que “after Shazam, download it” .

No hay mejor plataforma para mercadear un producto que una gala de algún premio. Las buenas películas se quedan muchas veces en el olvido de unos pocos, las premiadas le dan la vuelta al mundo, pues “porque se ganó el Oscar hay que verla”.
También hay que tener en cuenta y subrayarlo tan seguido como se pueda que un premio, por más bombo que tenga, no indica una verdad siempre.

Ganó el BAFTA, ganó en Sundance, ganó el Oscar, y le sigue dando la vuelta al mundo así haya sido lanzada en 2012: “Searching for Sugar Man” es su nombre.

La ganadora de la estatuilla más famosa da la industria del cine arranca vendiéndonos una mentira, un in crescendo absurdo y tal vez innecesario, hasta mentiroso puede ser, pero efectivo para enganchar al espectador con un tal Sixto Rodríguez, un supuesto “vagabundo” (que más tarde pasa a ser un obrero común) que grabó dos discos.

Rápidamente este in crescendo es reforzado por un par de ”autoridades” del mundo de la música norteamericana, que lo catalogan como uno de los artistas más significativos que tuvieron en sus manos. Lo comparan con Michael Jackson, lo ponen en un altar de elogios, pero resulta que Rodríguez nunca vendió. Sus dos discos Cold Fact (1970) y Coming from Reality (1971) son bocanadas de muy buena música, gemas perdidas en medio e una industria avara, a la cual se le pone cara con Clarence Avant, en mitad de una década marcada por el sello Motown (el cual manejaba Avant) y la forma de hacer industria antes que música que esta casa disquera imponía.

(Motown, Motown, Motown… los mismos que hacían pegar la canción que fuese, así fuera grabándola primero como pop, después como R&B, después como balada, siempre con un artista distinto, dejando intervalos de tiempo según el mercado “lo pidiera”).

Dos discazos, grabó el buen Rodríguez pero nunca logró trascender en el mercado, ni vender, ni nada.

El sentimiento de que en esta película se nos está vendiendo un producto, y no un producto cinematográfico como tal, es constante. Se nos vende a Rodríguez, como el “Jesús” mismo de Sudáfrica, como un “Jesús” que debemos escuchar porque, como la película nos señala, hemos sido injustos con él, la industria ha sido injusta con él, como el documental mismos nos vuelve a señalar, “este Jesús”, “es más grande incluso que Bob Dylan”, porque, si, otra vez nos lo señala la película, “Rodríguez tiene una voz más limpia” que el buen Bob.

También se nos vende una historia. Un guión repleto de espectacularidad cinematográfica amparada en “la búsqueda” que hace un “detective”-periodista desde Estados Unidos motivado por una reseña en el librillo de un cd de Rodríguez, el cual escribió un fan del “Jesús desconocido”, del “Jesús olvidado”. Este fan escribió el famoso librillo desde Sudáfrica, país donde Rodríguez inspiró a los revolucionarios contra el apartheid y donde “toda familia de clase media ha tenido en su colección sus dos cd’s”, construyendo así un puente a través de ambos continentes que permite dar juego a la historia que desde ese punto se empieza a desarrollar: ¿Qué es de la vida de Sixto Rodríguez? ¿Está vivo?

Hay una escena que resume perfectamente lo que es ‘Searching for Sugar Man’: Rodríguez camina, da pasos sin ninguna prisa, pasos que claramente han sido señalados por un director o un productor. Señalados y no sugeridos, dictados y no “dirigidos”, pues Rodríguez va caminando por la nieve, casi dando tumbos, en vez de ir por la acera que se ve claramente si se presta atención desarraigándose del sentimiento lógico de sobrecogimiento al cual nos conduce (empuja) una de sus magnificas canciones que suena de fondo. 

Cada canción realmente contagia, gracias a letras que justifican la boleta y transmiten vida con un toque justo de rebeldía. Pero precisamente la disposición de la película por momentos nos hace sentir que estamos frente a un videoclip musical y no frente a un documental.



Rodríguez sigue paso a paso, camina entre la nieve, mientras el cielo luce esplendido con unas nubes como pintadas, justas para maravillar en medio del azul profundo. De fondo una Detroit que congela. Él va envuelto en negro, chompa, gafas, botas, sombrero, todo fundido en lo más oscuro de la paleta de colores.



Pero aún hay algo con un toque mayor de superficialidad. Retomo la idea que había dejado picando en los primeros párrafos: la del in crescendo absurdo. La primera parte del documental se nos engaña con una teoría, la cual se rompe con una irrupción descarada por una ventana… Un plano del que los mitos urbanos daban por desaparecido… (No, estoy luchando por no escribir ningún SPOILER, hasta ahora voy bien, así que no daré el correspondiente).

“Searching for Sugar Man” (“Buscando a Sugar Man” en su traducción al castellano) bajo una visión cruda deja la sensación que pocas veces se encuentra un documental con tantas imágenes de apoyo, filtros, montajes, testimonios guionados… Todos recursos que se suman como tomas falsas que quieren remembrar épocas pasadas desde la ilusión, esos si, siendo reforzados por una excelente banda sonora, en vez de documentos visuales serios que recreen la contundencia y credibilidad que debe asumirse en el genero.  El punto más alto de esa serie de “mentiras piadosas” (para nombrarlas de alguna manera y no ser tan duro con el guión milagroso) es cuando muestran la imagen de un supuesto periódico llamado “Cape News” que titula “Superstar Suicides”… ¿Qué programa de diseño habrán utilizado para ese supuesto periódico?

Emociona la escena del concierto en Sudáfrica: queda en la retina la concreción del “milagro” que se nos quiere contar, y a la mente llega contundente la frase “gracias por mantenerme vivo” del buen Rodríguez.

Otra frase que trasciende es la fastuosa “ahora díganselo a Estados Unidos", recogiendo uno de los valores más importantes del film, la critica a la industria discográfica. Aunque es más tenue de lo que pudo haber sido, se apunta un par de veces a esta fabrica de figuras antes que de música, sobre todo en la entrevista a Clarence Avant.

La película se vanagloria de ser una búsqueda a un artista fuera de categoría que murió gracias al olvido pero que vuelve triunfalmente de esa “muerte”.

Hoy la música de Rodríguez, aunque sea en Youtube, está representada por Sony Music, una disquera que históricamente ha jugado entre las dinámicas usuales de la industria, muy alejadas estas de los valores que profesa Rodríguez en el documental. Sony Music, sello que nació de la difunta RCA (Radio Corporation of America), hoy es dueño precisamente de esa marca registrada, RCA, la cual aparece como compañía discográfica de Rodríguez en varias de sus páginas web.

El mismo personaje al que no le interesa ganar dinero, según dice en la película, tiene varios conciertos programados a la vuelta de la esquina. Mientras el miércoles 9 octubre tiene que presentarse en el Barclays Center de Brooklyn, el jueves 10 octubre Sixto tocará en el Radio City Music Hall de New York. Debe ser un privilegio verlo en vivo, que bueno que el buen Rodríguez ahora esté más cercano a los escenarios y no tan metido como el ermitaño que se nos presenta al final que vive en Detroit y no sale de su casa.

(Inmediatamente mencionados estos elementos debo subrayar: no es mi intención al presentar estos hechos el cuestionar o juzgar a Sixto Rodríguez como un personaje perverso o algo por el estilo, mucho menos crucificarlo por dar conciertos o ser representado por una casa disquera que pueda potenciar su carrera, todo lo contrario, mi intención va más allá y sirve como herramienta para analizar una pieza cinematográfica, como lo termino de hacer en los siguientes párrafos finales)

“Searching for Sugar Man”, película distribuida por Sony Pictures, ratifica que hay pocas herramientas tan poderosas para construir héroes y mitos con tanta contundencia como lo hace el cine.

A la final, “Searching for Sugar Man” nos deja la pregunta: ¿éste es acaso un documental que critica a la industria musical pero que a la final termina siendo un trampolín para un artista más que una suma de méritos cinematográficos?

BONUS:

1 Sheryl Crown es productora ejecutiva de la película.
2 ¿La esposa de Rodríguez por qué no apareció en la película?
3 La magia del (buen) cine es que no crean al espectador tan tonto, o en su defecto, que logre atontarlo.
4 Me encantó la música de Rodríguez. En mi cabeza suena una y otra vez “I Wonder”. Preferí hablar de la película antes que de la música, porque precisamente de eso se trata el ejercicio de analizar una película, pero la música de este señor tiene pasajes de real grandeza. Po-e-ta.



I Wonder - Sixto Rodríguez

I wonder how many times you've been had
And I wonder how many plans have gone bad
I wonder how many times you had sex
And I wonder do you know who'll be next
I wonder I wonder wonder I do

I wonder about the love you can't find
And I wonder about the loneliness that's mine
I wonder how much going have you got
And I wonder about your friends that are not
I wonder I wonder wonder I do

I wonder about the tears in children's eyes
And I wonder about the soldier that dies
I wonder will this hatred ever end
I wonder and worry my friend
I wonder I wonder wonder don't you?

I wonder how many times you been had
And I wonder how many dreams have gone bad
I wonder how many times you had sex
And I wonder do you know who'll be next
I wonder I wonder wonder I do

No hay comentarios:

Publicar un comentario