En épocas donde el Shazam reina, el producto se caza en
tiempo real. Todos los registros de descargas online se rompen mientras Katy
Perry o Justin Timberlake cantan (o doblan, qué sé yo) su nueva canción
amparada en una disquera de chequera larga; entre más larga es la chequera y el
lobby, más larga es la presentación en vivo por el canal que dispara a un
target que “after Shazam, download it” .
No hay mejor plataforma para mercadear un producto que una
gala de algún premio. Las buenas películas se quedan muchas veces en el olvido
de unos pocos, las premiadas le dan la vuelta al mundo, pues “porque se ganó el
Oscar hay que verla”.
También hay que tener en cuenta y subrayarlo tan seguido
como se pueda que un premio, por más bombo que tenga, no indica una verdad
siempre.
Ganó el BAFTA, ganó en Sundance, ganó el Oscar, y le sigue
dando la vuelta al mundo así haya sido lanzada en 2012: “Searching for Sugar
Man” es su nombre.
La ganadora de la estatuilla más famosa da la industria del
cine arranca vendiéndonos una mentira, un in crescendo absurdo y tal vez
innecesario, hasta mentiroso puede ser, pero efectivo para enganchar al
espectador con un tal Sixto Rodríguez, un supuesto “vagabundo” (que más tarde
pasa a ser un obrero común) que grabó dos discos.
Rápidamente este in crescendo es reforzado por un par de
”autoridades” del mundo de la música norteamericana, que lo catalogan como uno
de los artistas más significativos que tuvieron en sus manos. Lo comparan con
Michael Jackson, lo ponen en un altar de elogios, pero resulta que Rodríguez
nunca vendió. Sus dos discos Cold Fact (1970) y Coming from Reality (1971) son
bocanadas de muy buena música, gemas perdidas en medio e una industria avara, a
la cual se le pone cara con Clarence Avant, en mitad de una década marcada por
el sello Motown (el cual manejaba Avant) y la forma de hacer industria antes
que música que esta casa disquera imponía.
(Motown, Motown, Motown… los mismos que hacían pegar la
canción que fuese, así fuera grabándola primero como pop, después como R&B,
después como balada, siempre con un artista distinto, dejando intervalos de
tiempo según el mercado “lo pidiera”).
Dos discazos, grabó el buen Rodríguez pero nunca logró
trascender en el mercado, ni vender, ni nada.
El sentimiento de que en esta película se nos está vendiendo
un producto, y no un producto cinematográfico como tal, es constante. Se nos
vende a Rodríguez, como el “Jesús” mismo de Sudáfrica, como un “Jesús” que
debemos escuchar porque, como la película nos señala, hemos sido injustos con
él, la industria ha sido injusta con él, como el documental mismos nos vuelve a
señalar, “este Jesús”, “es más grande incluso que Bob Dylan”, porque, si, otra
vez nos lo señala la película, “Rodríguez tiene una voz más limpia” que el buen
Bob.
También se nos vende una historia. Un guión repleto de
espectacularidad cinematográfica amparada en “la búsqueda” que hace un
“detective”-periodista desde Estados Unidos motivado por una reseña en el
librillo de un cd de Rodríguez, el cual escribió un fan del “Jesús
desconocido”, del “Jesús olvidado”. Este fan escribió el famoso librillo desde
Sudáfrica, país donde Rodríguez inspiró a los revolucionarios contra el
apartheid y donde “toda familia de clase media ha tenido en su colección sus
dos cd’s”, construyendo así un puente a través de ambos continentes que permite
dar juego a la historia que desde ese punto se empieza a desarrollar: ¿Qué es
de la vida de Sixto Rodríguez? ¿Está vivo?
Hay una escena que resume perfectamente lo que es ‘Searching
for Sugar Man’: Rodríguez camina, da pasos sin ninguna prisa, pasos que
claramente han sido señalados por un director o un productor. Señalados y no
sugeridos, dictados y no “dirigidos”, pues Rodríguez va caminando por la nieve,
casi dando tumbos, en vez de ir por la acera que se ve claramente si se presta
atención desarraigándose del sentimiento lógico de sobrecogimiento al cual nos
conduce (empuja) una de sus magnificas canciones que suena de fondo.
Cada canción realmente contagia, gracias a letras que
justifican la boleta y transmiten vida con un toque justo de rebeldía. Pero
precisamente la disposición de la película por momentos nos hace sentir que
estamos frente a un videoclip musical y no frente a un documental.
Rodríguez sigue paso a paso, camina entre la nieve, mientras
el cielo luce esplendido con unas nubes como pintadas, justas para maravillar
en medio del azul profundo. De fondo una Detroit que congela. Él va envuelto en
negro, chompa, gafas, botas, sombrero, todo fundido en lo más oscuro de la
paleta de colores.
Pero aún hay algo con un toque mayor de superficialidad.
Retomo la idea que había dejado picando en los primeros párrafos: la del in
crescendo absurdo. La primera parte del documental se nos engaña con una
teoría, la cual se rompe con una irrupción descarada por una ventana… Un plano del
que los mitos urbanos daban por desaparecido… (No, estoy luchando por no
escribir ningún SPOILER, hasta ahora voy bien, así que no daré el
correspondiente).
“Searching for Sugar Man” (“Buscando a Sugar Man” en su
traducción al castellano) bajo una visión cruda deja la sensación que pocas
veces se encuentra un documental con tantas imágenes de apoyo, filtros,
montajes, testimonios guionados… Todos recursos que se suman como tomas falsas
que quieren remembrar épocas pasadas desde la ilusión, esos si, siendo
reforzados por una excelente banda sonora, en vez de documentos visuales serios
que recreen la contundencia y credibilidad que debe asumirse en el genero. El punto más alto de esa serie de “mentiras
piadosas” (para nombrarlas de alguna manera y no ser tan duro con el guión
milagroso) es cuando muestran la imagen de un supuesto periódico llamado “Cape
News” que titula “Superstar Suicides”… ¿Qué programa de diseño habrán utilizado
para ese supuesto periódico?
Emociona la escena del concierto en Sudáfrica: queda en la
retina la concreción del “milagro” que se nos quiere contar, y a la mente llega
contundente la frase “gracias por mantenerme vivo” del buen Rodríguez.
Otra frase que trasciende es la fastuosa “ahora díganselo a
Estados Unidos", recogiendo uno de los valores más importantes del film,
la critica a la industria discográfica. Aunque es más tenue de lo que pudo
haber sido, se apunta un par de veces a esta fabrica de figuras antes que de
música, sobre todo en la entrevista a Clarence Avant.
La película se vanagloria de ser una búsqueda a un artista
fuera de categoría que murió gracias al olvido pero que vuelve triunfalmente de
esa “muerte”.
Hoy la música de Rodríguez, aunque sea en Youtube, está representada
por Sony Music, una disquera que históricamente ha jugado entre las dinámicas usuales
de la industria, muy alejadas estas de los valores que profesa Rodríguez en el
documental. Sony Music, sello que nació de la difunta RCA (Radio Corporation of
America), hoy es dueño precisamente de esa marca registrada, RCA, la cual
aparece como compañía discográfica de Rodríguez en varias de sus páginas web.
El mismo personaje al que no le interesa ganar dinero, según
dice en la película, tiene varios conciertos programados a la vuelta de la
esquina. Mientras el miércoles 9 octubre tiene que presentarse en el Barclays
Center de Brooklyn, el jueves 10 octubre Sixto tocará en el Radio City Music
Hall de New York. Debe ser un privilegio verlo en vivo, que bueno que el buen
Rodríguez ahora esté más cercano a los escenarios y no tan metido como el
ermitaño que se nos presenta al final que vive en Detroit y no sale de su casa.
(Inmediatamente mencionados estos elementos debo subrayar:
no es mi intención al presentar estos hechos el cuestionar o juzgar a Sixto
Rodríguez como un personaje perverso o algo por el estilo, mucho menos crucificarlo
por dar conciertos o ser representado por una casa disquera que pueda potenciar
su carrera, todo lo contrario, mi intención va más allá y sirve como
herramienta para analizar una pieza cinematográfica, como lo termino de hacer
en los siguientes párrafos finales)
“Searching for Sugar Man”, película distribuida por Sony
Pictures, ratifica que hay pocas herramientas tan poderosas para construir
héroes y mitos con tanta contundencia como lo hace el cine.
A la final, “Searching for Sugar Man” nos deja la pregunta:
¿éste es acaso un documental que critica a la industria musical pero que a la
final termina siendo un trampolín para un artista más que una suma de méritos
cinematográficos?
BONUS:
1 Sheryl Crown es productora ejecutiva de la película.
2 ¿La esposa de Rodríguez por qué no apareció en la
película?
3
La magia del (buen) cine es que no crean al espectador tan
tonto, o en su defecto, que logre atontarlo.
4 Me encantó la música de Rodríguez. En mi cabeza suena una
y otra vez “I Wonder”. Preferí hablar de la película antes que de la música, porque precisamente de eso se trata el ejercicio de analizar una película, pero la música de este señor tiene pasajes de real grandeza. Po-e-ta.
I Wonder - Sixto Rodríguez
I wonder how many times you've been had
And I wonder how many plans have gone bad
I wonder how many times you had sex
And I wonder do you know who'll be next
I wonder I wonder wonder I do
I wonder about the love you can't find
And I wonder about the loneliness that's mine
I wonder how much going have you got
And I wonder about your friends that are not
I wonder I wonder wonder I do
I wonder about the tears in children's eyes
And I wonder about the soldier that dies
I wonder will this hatred ever end
I wonder and worry my friend
I wonder I wonder wonder don't you?
I wonder how many times you been had
And I wonder how many dreams have gone bad
I wonder how many times you had sex
And I wonder do you know who'll be next
I wonder I wonder wonder I do
No hay comentarios:
Publicar un comentario