Ruben es una persona agradable
que trasmite justo el mismo mensaje que se puede ver en la película: sencillez
y honestidad. Me impactó su madurez como director y la forma en que logra trasmitir
la emoción que siente hacia la película y el resultado positivo que ha tenido con el público. Y no fue fácil ya que hasta ahora estoy retomando mis clases de francés
y el español no es su lengua materna, pero igual logré captar la emoción expresada en cada respuesta y puedo ver un futuro lleno de éxitos de taquilla
que le permitirán continuar llevando un mensaje universal a las personas, creando un espacio para
hacer un alto en el camino y disfrutar unos minutos de buen cine.
Por: Eva María Pinto
@evamapi
1.¿Cómo
fue la experiencia de ser director por primera vez?
Fue una experiencia tranquila, no
quería tener una producción enorme. Fue más sencilla, hecha con el corazón, con una sinceridad
absoluta pero cargada de mucha emoción ya que este film es un homenaje a mis
padres que vinieron de Portugal a Francia también en busca de un futuro mejor
para nosotros. Para ellos esta película fue toda una sorpresa, ver su vida reflejada
en el cine fue asombroso, por eso, el tema de esta película es muy personal.
2.¿Porqué
escoger el género de la comedia?
Me gusta la comedia. Pienso que a
través de la comedia se pueden comunicar mensajes más profundos de una forma
más fácil, justo en ese momento cuando haces sonreír a las personas. El tema de
la inmigración es un tema muy emocional, pero entre risas se logra trasmitir mejor,
se vuelve más humano y por lo tanto más real. Hay varias formas de ver y sentir
esta película, hay quienes se llevan sólo los momentos de risas y hay quienes
se llevan también el mensaje emocional, es a través de la comedia que se puede
trasmitir este mensaje de una forma más cercana.
3.¿Cuál
fue el reto más grande como director?
El reto fue hacer una película
francesa con actores que en su mayoría no son reconocidos en Francia, aunque cada uno tiene su trayectoria en
Portugal o en Estados Unidos, no son tan conocidos. Quería trasmitir el mensaje
de autenticidad, sin embargo, no fue tan fácil convencer a los productores que
son los encargados de preocuparse por el aspecto económico. Buscaba actores muy
humanos, actores portugueses, y el reto fue precisamente ese, construir una familia
universal. A todos los actores les gustó
mucho el guión y la historia que contaba, los cautivó.
4.¿En
qué momento se iba a llamar La Jaula de Oro?
Desde que empecé a escribir el
guión hasta que se filmó y se lanzó oficialmente la película fueron tres años y
medio. Al principio, la película se iba a llamar la Jaula de Oro, esta
expresión refleja la contradicción que a veces existe entre las personas adineradas
que no son felices y las personas que no tienen el mismo poder adquisitivo y
son muy felices. Sin embargo, esta expresión se entiende más en Portugal, así
que buscamos otro nombre más global.
5.¿Cuál
es el siguiente paso en su carrera?
Como actor viene el lanzamiento
de una película sobre la vida de Yves Saint Laurent en dónde participo, que se estrenará al inicio
del 2014. Y como realizador estoy analizando muchos proyectos, pero lo que
verdaderamente quiero es escribir la próxima historia al igual que ésta. Tengo
muchas historias que contar y precisamente durante el rodaje surgió una idea
que anda rondando en mi cabeza. Lo más seguro es que siga en este género de comedia,
esta forma de ver la vida que hace sonreír a las personas me gusta mucho.
6.¿Porqué
ir a ver esta película?
Portugal, mon amour es una historia de amor de familia, es
sencilla, una historia simple, con valores y humanidad que quizás se han
perdido un poco cada vez más con la globalización. Es una historia que hace muy
bien al alma. Presenta la condición de las personas inmigrantes que luchan por
que sus hijos tengan una vida mejor, dónde el amor, la autenticidad y los
valores alegran el corazón. Esta película es muy humana, sin pretensión alguna.
El cine francés siempre me ha
llamado la atención y aunque acepto que a veces algunas películas resultan
demasiado lentas para mi gusto, existen ocasiones en que veo una que me llega
al alma y la incluyo en mi lista de películas que toca comprar para verlas en
la casa más de una vez, en compañía de la familia o alguien especial en un día
en que tengamos ganas de sonreírle a la vida.
Esto me pasó recientemente cuando
vi Portugal, mon amour. Una comedia
que presenta una historia sencilla de una familia y de su cotidianidad, que es
justo lo que la hace especial. Los Ribero, son una pareja de esposos que
llegaron a Francia de Portugal buscando un futuro mejor para sus dos hijos. Se establecen
en Paris y llevan viviendo casi 30 años en la planta baja del Edifico Haussman,
la esposa cuida el edifico y su esposo es un capataz muy trabajador.
En un día cualquiera reciben una
carta dónde les comunican que en Portugal los espera una casa, una fortuna y
una vida extraordinaria debido a una herencia. Es entonces cuando deben tomar
la decisión de dejar la vida que tienen en Paris y ver el regreso a su país
natal como una determinación que les cambiará la vida no solo a ellos sino a todos
los personajes que se han convertido en su familia en el día a día.
Es así como inicia la aventura
donde sus seres queridos quienes no quieren que se vayan, hacen hasta lo
imposible para retenerlos. Vemos también
cómo en medio de la rutina el amor
familiar prevalece a cada circunstancia, logrando hacernos sentir parte de su
vida durante los 90 minutos que dura la película.
Personajes auténticos, que resultan
cercanos y la dinámica de una verdadera familia son el resultado de este grupo
de actores que a través de escenas cotidianas logran hacernos reír y ver el
tema de la inmigración a Francia desde una perspectiva real que apela a las
emociones y a nuestros propios valores.
Con esta película dirigida para
toda la familia se garantiza no sólo pasar un buen rato sino disfrutar de un
diálogo bien estructurado, donde ninguna escena sucede al azar aunque lo
parezca y dónde la sencillez de una buena historia bien desarrollada se
evidencia. No es una comedia que se ve fácilmente en las películas, así que
vale la pena aprovecharla, disfrutarla y dejarse llevar por el momento.
Ruben Alves, no sólo dirigió la
película sino que también escribió el guión, garantizando la autenticidad de la
historia que quería contar a través de
personajes y situaciones donde fácilmente nos podemos ver reflejados de alguna
manera. Como resultado consiguió un largometraje que hace homenaje a la vida de
sus padres quienes también vinieron a Francia en la época de la inmigración en
busca de un mañana más amigable para su familia.
Mi parte favorita es casi hacia el final, la escena donde aparece el fado (música
representativa portuguesa que surgió en la época dónde los hombres viajaban a
conquistar el mundo y las mujeres quedaban solas lamentándose por sus maridos),
cuya letra expresa el sentimiento de esa persona como una plegaria a Dios donde
le dice que podría morir de cualquier forma y en cualquier sitio, pero que por
favor le conceda morir donde nació, en Portugal.
La música, el sentimiento y la
secuencia de esta parte traen consigo una nostalgia que representa el punto de desenlace
de las historias que se han desarrollado con cada uno de los miembros de la
familia y abre paso al gran final, confirmando una vez más que llega ese
instante donde cada pieza del camino recorrido se acomoda de tal forma que da paso a la
felicidad en el momento perfecto.
Esta película hace parte del 12 Festival de Cine Francés que se realiza en diferentes ciudades del país, la programación la pueden consultar en el siguiente enlace: 12 Festival de Cine Francés
En épocas donde el Shazam reina, el producto se caza en
tiempo real. Todos los registros de descargas online se rompen mientras Katy
Perry o Justin Timberlake cantan (o doblan, qué sé yo) su nueva canción
amparada en una disquera de chequera larga; entre más larga es la chequera y el
lobby, más larga es la presentación en vivo por el canal que dispara a un
target que “after Shazam, download it” .
No hay mejor plataforma para mercadear un producto que una
gala de algún premio. Las buenas películas se quedan muchas veces en el olvido
de unos pocos, las premiadas le dan la vuelta al mundo, pues “porque se ganó el
Oscar hay que verla”.
También hay que tener en cuenta y subrayarlo tan seguido
como se pueda que un premio, por más bombo que tenga, no indica una verdad
siempre.
Ganó el BAFTA, ganó en Sundance, ganó el Oscar, y le sigue
dando la vuelta al mundo así haya sido lanzada en 2012: “Searching for Sugar
Man” es su nombre.
La ganadora de la estatuilla más famosa da la industria del
cine arranca vendiéndonos una mentira, un in crescendo absurdo y tal vez
innecesario, hasta mentiroso puede ser, pero efectivo para enganchar al
espectador con un tal Sixto Rodríguez, un supuesto “vagabundo” (que más tarde
pasa a ser un obrero común) que grabó dos discos.
Rápidamente este in crescendo es reforzado por un par de
”autoridades” del mundo de la música norteamericana, que lo catalogan como uno
de los artistas más significativos que tuvieron en sus manos. Lo comparan con
Michael Jackson, lo ponen en un altar de elogios, pero resulta que Rodríguez
nunca vendió. Sus dos discos Cold Fact (1970) y Coming from Reality (1971) son
bocanadas de muy buena música, gemas perdidas en medio e una industria avara, a
la cual se le pone cara con Clarence Avant, en mitad de una década marcada por
el sello Motown (el cual manejaba Avant) y la forma de hacer industria antes
que música que esta casa disquera imponía.
(Motown, Motown, Motown… los mismos que hacían pegar la
canción que fuese, así fuera grabándola primero como pop, después como R&B,
después como balada, siempre con un artista distinto, dejando intervalos de
tiempo según el mercado “lo pidiera”).
Dos discazos, grabó el buen Rodríguez pero nunca logró
trascender en el mercado, ni vender, ni nada.
El sentimiento de que en esta película se nos está vendiendo
un producto, y no un producto cinematográfico como tal, es constante. Se nos
vende a Rodríguez, como el “Jesús” mismo de Sudáfrica, como un “Jesús” que
debemos escuchar porque, como la película nos señala, hemos sido injustos con
él, la industria ha sido injusta con él, como el documental mismos nos vuelve a
señalar, “este Jesús”, “es más grande incluso que Bob Dylan”, porque, si, otra
vez nos lo señala la película, “Rodríguez tiene una voz más limpia” que el buen
Bob.
También se nos vende una historia. Un guión repleto de
espectacularidad cinematográfica amparada en “la búsqueda” que hace un
“detective”-periodista desde Estados Unidos motivado por una reseña en el
librillo de un cd de Rodríguez, el cual escribió un fan del “Jesús
desconocido”, del “Jesús olvidado”. Este fan escribió el famoso librillo desde
Sudáfrica, país donde Rodríguez inspiró a los revolucionarios contra el
apartheid y donde “toda familia de clase media ha tenido en su colección sus
dos cd’s”, construyendo así un puente a través de ambos continentes que permite
dar juego a la historia que desde ese punto se empieza a desarrollar: ¿Qué es
de la vida de Sixto Rodríguez? ¿Está vivo?
Hay una escena que resume perfectamente lo que es ‘Searching
for Sugar Man’: Rodríguez camina, da pasos sin ninguna prisa, pasos que
claramente han sido señalados por un director o un productor. Señalados y no
sugeridos, dictados y no “dirigidos”, pues Rodríguez va caminando por la nieve,
casi dando tumbos, en vez de ir por la acera que se ve claramente si se presta
atención desarraigándose del sentimiento lógico de sobrecogimiento al cual nos
conduce (empuja) una de sus magnificas canciones que suena de fondo.
Cada canción realmente contagia, gracias a letras que
justifican la boleta y transmiten vida con un toque justo de rebeldía. Pero
precisamente la disposición de la película por momentos nos hace sentir que
estamos frente a un videoclip musical y no frente a un documental.
Rodríguez sigue paso a paso, camina entre la nieve, mientras
el cielo luce esplendido con unas nubes como pintadas, justas para maravillar
en medio del azul profundo. De fondo una Detroit que congela. Él va envuelto en
negro, chompa, gafas, botas, sombrero, todo fundido en lo más oscuro de la
paleta de colores.
Pero aún hay algo con un toque mayor de superficialidad.
Retomo la idea que había dejado picando en los primeros párrafos: la del in
crescendo absurdo. La primera parte del documental se nos engaña con una
teoría, la cual se rompe con una irrupción descarada por una ventana… Un plano del
que los mitos urbanos daban por desaparecido… (No, estoy luchando por no
escribir ningún SPOILER, hasta ahora voy bien, así que no daré el
correspondiente).
“Searching for Sugar Man” (“Buscando a Sugar Man” en su
traducción al castellano) bajo una visión cruda deja la sensación que pocas
veces se encuentra un documental con tantas imágenes de apoyo, filtros,
montajes, testimonios guionados… Todos recursos que se suman como tomas falsas
que quieren remembrar épocas pasadas desde la ilusión, esos si, siendo
reforzados por una excelente banda sonora, en vez de documentos visuales serios
que recreen la contundencia y credibilidad que debe asumirse en el genero.El punto más alto de esa serie de “mentiras
piadosas” (para nombrarlas de alguna manera y no ser tan duro con el guión
milagroso) es cuando muestran la imagen de un supuesto periódico llamado “Cape
News” que titula “Superstar Suicides”… ¿Qué programa de diseño habrán utilizado
para ese supuesto periódico?
Emociona la escena del concierto en Sudáfrica: queda en la
retina la concreción del “milagro” que se nos quiere contar, y a la mente llega
contundente la frase “gracias por mantenerme vivo” del buen Rodríguez.
Otra frase que trasciende es la fastuosa “ahora díganselo a
Estados Unidos", recogiendo uno de los valores más importantes del film,
la critica a la industria discográfica. Aunque es más tenue de lo que pudo
haber sido, se apunta un par de veces a esta fabrica de figuras antes que de
música, sobre todo en la entrevista a Clarence Avant.
La película se vanagloria de ser una búsqueda a un artista
fuera de categoría que murió gracias al olvido pero que vuelve triunfalmente de
esa “muerte”.
Hoy la música de Rodríguez, aunque sea en Youtube, está representada
por Sony Music, una disquera que históricamente ha jugado entre las dinámicas usuales
de la industria, muy alejadas estas de los valores que profesa Rodríguez en el
documental. Sony Music, sello que nació de la difunta RCA (Radio Corporation of
America), hoy es dueño precisamente de esa marca registrada, RCA, la cual
aparece como compañía discográfica de Rodríguez en varias de sus páginas web.
El mismo personaje al que no le interesa ganar dinero, según
dice en la película, tiene varios conciertos programados a la vuelta de la
esquina. Mientras el miércoles 9 octubre tiene que presentarse en el Barclays
Center de Brooklyn, el jueves 10 octubre Sixto tocará en el Radio City Music
Hall de New York. Debe ser un privilegio verlo en vivo, que bueno que el buen
Rodríguez ahora esté más cercano a los escenarios y no tan metido como el
ermitaño que se nos presenta al final que vive en Detroit y no sale de su casa.
(Inmediatamente mencionados estos elementos debo subrayar:
no es mi intención al presentar estos hechos el cuestionar o juzgar a Sixto
Rodríguez como un personaje perverso o algo por el estilo, mucho menos crucificarlo
por dar conciertos o ser representado por una casa disquera que pueda potenciar
su carrera, todo lo contrario, mi intención va más allá y sirve como
herramienta para analizar una pieza cinematográfica, como lo termino de hacer
en los siguientes párrafos finales)
“Searching for Sugar Man”, película distribuida por Sony
Pictures, ratifica que hay pocas herramientas tan poderosas para construir
héroes y mitos con tanta contundencia como lo hace el cine.
A la final, “Searching for Sugar Man” nos deja la pregunta:
¿éste es acaso un documental que critica a la industria musical pero que a la
final termina siendo un trampolín para un artista más que una suma de méritos
cinematográficos?
BONUS:
1 Sheryl Crown es productora ejecutiva de la película.
2 ¿La esposa de Rodríguez por qué no apareció en la
película?
3
La magia del (buen) cine es que no crean al espectador tan
tonto, o en su defecto, que logre atontarlo.
4 Me encantó la música de Rodríguez. En mi cabeza suena una
y otra vez “I Wonder”. Preferí hablar de la película antes que de la música, porque precisamente de eso se trata el ejercicio de analizar una película, pero la música de este señor tiene pasajes de real grandeza. Po-e-ta.
I Wonder - Sixto Rodríguez
I wonder how many times you've been had
And I wonder how many plans have gone bad
I wonder how many times you had sex
And I wonder do you know who'll be next
I wonder I wonder wonder I do
I wonder about the love you can't find
And I wonder about the loneliness that's mine
I wonder how much going have you got
And I wonder about your friends that are not
I wonder I wonder wonder I do
I wonder about the tears in children's eyes
And I wonder about the soldier that dies
I wonder will this hatred ever end
I wonder and worry my friend
I wonder I wonder wonder don't you?
I wonder how many times you been had
And I wonder how many dreams have gone bad
I wonder how many times you had sex
And I wonder do you know who'll be next
I wonder I wonder wonder I do
Por: Eva María Pinto - @evamapi Decidí empezar con un clásico de amor, y ninguna película
representa tan bien este género como Los Puentes de Madison. Confieso que la
primera vez que la vi no la encontré emocionante, no me movió el piso para nada
y no entendía como mi mamá terminaba llorando al ver esta película. Sin embargo
y como suele pasar con muchas películas, cuando la volví a ver en otra etapa de
mi vida entendí mejor la historia de un amor tan real pero a la vez tan
imposible que sus protagonistas Meryl Streep y Clint Eastwood lograron
trasmitir a la perfección.
Cuenta la historia de Francesca,
una tradicional ama de casa que vive en Iowa en los años sesenta, cuando conoce a un fotógrafo de National
Geographic , Robert, que viaja a tomar unas fotos de los puentes de la zona
para la Revista.
En ese momento su esposo y dos
hijos están viajando, y este encuentro se convierte en el mejor episodio de su
vida. Viven cuatro días llenos de emociones que devuelven la vitalidad a
Francesca y quedan grabados en su memoria para siempre, sacándola de la rutina
y brindándole la oportunidad de conocer un amor verdadero, de esos que duran
para toda la vida.
Sin embargo, a la llegada de su
esposo y sus hijos a la realidad que conoce,
la hace poner los pies en la tierra y toma la decisión de dejar ir a
Robert, su amor verdadero para continuar con su vida de mamá y esposa.
Esta decisión no se entiende
fácilmente ya que entre los dos viven una conexión única. Un amor que ambos
comparten y expresan a través de escenas de la vida cotidiana que logran
parecer como las más elaboradas ante sus miradas y esos momentos que viven
juntos.
El guión está basado en “The
Bridges of Madison County”, novela de Robert James Waller, y se caracteriza por
sus frases inolvidables que describen los cuatro días que viven juntos y que
cambian para siempre la vida de los dos, como esta por ejemplo:
“Y tú sigues aquí, entregándome
la vida en cada suspiro, suplicando por mis besos sin saber que ni siquiera
tienes que pedirlos... Porque son tuyos, porque yo ya no soy mía, sino tuya”
Claramente las mujeres que ven
esta película terminan llorando, me incluyo y algunos hombres se les alcanza a
entrecortar la voz. Y la verdad es que después de tanto tiempo, porque la última
vez que vi esta película fue hace más de dos o tres años, sigo sin poder sacar
de mi mente la escena final de Robert bajo la lluvia y la mirada de Francesca
de despedida y resignación.
Y se viene a mi mente la
dedicatoria que él le hace en el libro de fotografía unos años después:
Comunicadora y
periodista, apasionada por el cine desde siempre, tanto así que antes de
escoger mi carrera sólo quería estudiar cinematografía, lo que me llevó a tener
un encuentro cercano con el cine Colombiano y la oportunidad de conocer a unos
directores clave en su historia como Felipe Aljure, Camila Loboguerrero y
Lisandro Duque. Desde ese momento he intentado no alejarme nunca de este mundo
dónde cualquier cosa es posible.
Confieso que después
de ver una buena dosis de cine independiente ya no disfruto de la misma forma
que antes las películas, sobre todo las “hollywoodenses”.Me hace falta el existencialismo que tienen
las europeas y los finales inconclusos e inesperados.
Me gustan las
películas españolas,soy fanática de
absolutamente todas las películas de Pedro Almodóvar, el género de miedo de vez
en cuando, y sigo pensando que la mejor forma de despedir una semana es viendo
un domingo en la noche una película románticona de esas en las que no hay que
pensar mucho sino sólo sentir y soñar.
Actualmente me
encuentro manejando comunicaciones externas, más específicamente, relaciones
públicas, confirmando cada día la importancia de la comunicación para cualquier
organización y proceso, pero sin dejar de lado cada oportunidad que tengo para
ir a cine o simplemente ver una película en la comodidad de mi casa.
Tengo un problema con el cine: no lo disfruto como los
demás. Sufro cuando veo errores de continuidad, guiones débiles y obvios,
personajes vacíos, entre otras debilidades que nos proyectan gracias a una
industria que hoy basa su negocio en la repetición.
Ese mismo problema me ha llevado a apreciar las obras que
representen una mínima noción de novedad, así sea en una escena o guiones
sorprendentes y no convencionales.
Pero a su vez, pocas cosas disfruto tanto como sentarme en la butaca del teatro y dejarme llevar por una montaña rusa de sensaciones, colores, sonidos y emociones.
Si hay un concepto egoísta para un cinéfilo seguramente el
de “película favorita” es el más grande. Me presto a ese juego egoísta y cuento
que Apocalypse Now y su forma de mostrar lo peor del ser humano a través de la
guerra siempre me cautivará. Full Metal Jacket, Memento, 2001: Odisea en el
Espacio, Brazil, son algunas de esas películas que considero sublimes.
El género que más amo es la Ciencia Ficción. Ese “todo puede
ser” que este presenta hace que me declare fan de Terminator y Robocop, como de
todo tipo de cintas, populares o no tanto, que planten una realidad diferente a
la que respiramos.
La monótona Bogotá, donde hoy vivo, me hace valorar mucho
más la magia del cine. Trabajo escribiendo en revistas de economía y tecnología, acá escribiré
por pasión, por tener una cámara en la cabeza en vez de ojos y un sentido
crítico que me impide callarme.
Prefiero el cine a los demás artes simplemente porque este
los reúne a todos. Por eso sueño con dirigir y escribir una película, por ahora
hablaré de ellas.
Perfil Natalia Ortega
Ir a cine es una experiencia para disfrutar, es disponerse
a sentir empatía con una historia y
acercarse a la cotidianeidad humana o
encantarse con la fantasía que
este arte nos ofrece. Aunque todas las
historias no cumplan con nuestras expectativas, como audiencia seguimos
asistiendo al teatro buscando enganchar nuestros sentidos.
A medida en que la experiencia de vivir aventuras junto a
personajes favoritos o en que directores abrieron mundos ajenos que no conocía,
como adolescente, entendí que el cine era una manera de apreciar y percibir las
sensibilidades humanas. La puesta en escena, los movimientos de cámara y el
manejo de la luz fueron algunos aspectos que llamaron mi atención. Aunque
actualmente mis enfoques laborales y personales estén en la fotografía,
continúo aprendiendo y deleitándome con las novedades en cartelera y volviendo
a veraquellas películas que en el
pasado me hicieron soñar.
Luego de estudiar Comunicación Social con énfasis
Audiovisual, hice una práctica en el festival de cine de Tribeca y luego
estudié cinematografía en el New York Film Academy. Trabajé por un tiempo en
cine independiente al finalizar mis estudios en Nueva York, donderesido actualmente.
Perfil Carlos Enrique Ramos
Nací con un estudio de grabación en el cuarto de al lado, a mi abuelo en su edad de buen retiro se le dió por coger la concesión de Telecaribe en mi departamento, lo cual hacia que la casa y su mundo estuvieran rodeados de periodistas y camarógrafos locales, su loca idea creemos, fue concebida por mero romanticismo. Su padre a principios del siglo 20 había fundado una de las primeras salas de cine de la ciudad, y aunque no duró mucho, después de más de 70 años la familia sigue hablando de las películas que pasaron mientras estuvo abierto.
El Variedades, ese fue el nombre que mi tío nando le puso a la sala de cine descubierta, y como típico cuento macondiano, cada vez que llovía se cancelaba la función. Un tema obligado en las conversaciones de la casa de mi abuela materna, desde que tengo uso de razón, es el cine, desde películas de actualidad hasta recaer en hablar de la "vida privada" de actores exitosos o venidos a menos.
Soy Politólogo de la Universidad del Rosario, cuento con una maestría en estudios políticos e internacionales de la misma universidad. He tenido la oportunidad de estudiar literatura francesa en Burdeos, Francia.
Mis aproximaciones académicas con el séptimo arte han sido casi nulas, aunque he participado en simposios, congresos y festivales de cine alrededor del mundo, pero siempre por simple hobby.