miércoles, 25 de septiembre de 2013

Entrevista con Ruben Alves y su experiencia como Director

Ruben es una persona agradable que trasmite justo el mismo mensaje que se puede ver en la película: sencillez y honestidad. Me impactó su madurez como director y la forma en que logra trasmitir la emoción que siente hacia la película y el resultado positivo que ha tenido con el público. Y no fue fácil ya que hasta ahora estoy retomando mis clases de francés y el español no es su lengua materna, pero igual logré captar la emoción expresada en cada respuesta y puedo ver un  futuro lleno de éxitos de taquilla que le permitirán continuar llevando un mensaje universal a las personas, creando un espacio para hacer un alto en el camino y disfrutar unos minutos de buen cine.

Por: Eva María Pinto
@evamapi

1.       ¿Cómo fue la experiencia de ser director por primera vez?

Fue una experiencia tranquila, no quería tener una producción enorme. Fue más sencilla,  hecha con el corazón, con una sinceridad absoluta pero cargada de mucha emoción ya que este film es un homenaje a mis padres que vinieron de Portugal a Francia también en busca de un futuro mejor para nosotros. Para ellos esta película fue toda una sorpresa, ver su vida reflejada en el cine fue asombroso, por eso, el tema de esta película es muy personal.

2.       ¿Porqué escoger el género de la comedia?

Me gusta la comedia. Pienso que a través de la comedia se pueden comunicar mensajes más profundos de una forma más fácil, justo en ese momento cuando haces sonreír a las personas. El tema de la inmigración es un tema muy emocional, pero entre risas se logra trasmitir mejor, se vuelve más humano y por lo tanto más real. Hay varias formas de ver y sentir esta película, hay quienes se llevan sólo los momentos de risas y hay quienes se llevan también el mensaje emocional, es a través de la comedia que se puede trasmitir este mensaje de una forma más cercana.  

3.       ¿Cuál fue el reto más grande como director?

El reto fue hacer una película francesa con actores que en su mayoría no son reconocidos en Francia,  aunque cada uno tiene su trayectoria en Portugal o en Estados Unidos, no son tan conocidos. Quería trasmitir el mensaje de autenticidad, sin embargo, no fue tan fácil convencer a los productores que son los encargados de preocuparse por el aspecto económico. Buscaba actores muy humanos, actores portugueses, y el reto fue precisamente ese, construir una familia universal.  A todos los actores les gustó mucho el guión y la historia que contaba, los cautivó.

4.       ¿En qué momento se iba a llamar La Jaula de Oro?

Desde que empecé a escribir el guión hasta que se filmó y se lanzó oficialmente la película fueron tres años y medio. Al principio, la película se iba a llamar la Jaula de Oro, esta expresión refleja la contradicción que a veces existe entre las personas adineradas que no son felices y las personas que no tienen el mismo poder adquisitivo y son muy felices. Sin embargo, esta expresión se entiende más en Portugal, así que buscamos otro nombre más global.

5.       ¿Cuál es el siguiente paso en su carrera?

Como actor viene el lanzamiento de una película sobre la vida de Yves Saint Laurent en dónde participo, que se estrenará al inicio del 2014. Y como realizador estoy analizando muchos proyectos, pero lo que verdaderamente quiero es escribir la próxima historia al igual que ésta. Tengo muchas historias que contar y precisamente durante el rodaje surgió una idea que anda rondando en mi cabeza. Lo más seguro es que siga en este género de comedia, esta forma de ver la vida que hace sonreír a las personas me gusta mucho.

6.       ¿Porqué ir a ver esta película?

Portugal, mon amour es una historia de amor de familia, es sencilla, una historia simple, con valores y humanidad que quizás se han perdido un poco cada vez más con la globalización. Es una historia que hace muy bien al alma. Presenta la condición de las personas inmigrantes que luchan por que sus hijos tengan una vida mejor, dónde el amor, la autenticidad y los valores alegran el corazón. Esta película es muy humana, sin pretensión alguna.

Portugal, mon amour (La Cage Dorée)

Estreno en Colombia: 4 de Octubre




Por: Eva María Pinto
@evamapi

El cine francés siempre me ha llamado la atención y aunque acepto que a veces algunas películas resultan demasiado lentas para mi gusto, existen ocasiones en que veo una que me llega al alma y la incluyo en mi lista de películas que toca comprar para verlas en la casa más de una vez, en compañía de la familia o alguien especial en un día en que tengamos ganas de sonreírle a la vida.

Esto me pasó recientemente cuando vi Portugal, mon amour. Una comedia que presenta una historia sencilla de una familia y de su cotidianidad, que es justo lo que la hace especial. Los Ribero, son una pareja de esposos que llegaron a Francia de Portugal buscando un futuro mejor para sus dos hijos. Se establecen en Paris y llevan viviendo casi 30 años en la planta baja del Edifico Haussman, la esposa cuida el edifico y su esposo es un capataz muy trabajador.


En un día cualquiera reciben una carta dónde les comunican que en Portugal los espera una casa, una fortuna y una vida extraordinaria debido a una herencia. Es entonces cuando deben tomar la decisión de dejar la vida que tienen en Paris y ver el regreso a su país natal como una determinación que les cambiará la vida no solo a ellos sino a todos los personajes que se han convertido en su familia en el día a día.

Es así como inicia la aventura donde sus seres queridos quienes no quieren que se vayan, hacen hasta lo imposible para retenerlos. Vemos  también cómo  en medio de la rutina el amor familiar prevalece a cada circunstancia, logrando hacernos sentir parte de su vida durante los 90 minutos que dura la película.

Personajes auténticos, que resultan cercanos y la dinámica de una verdadera familia son el resultado de este grupo de actores que a través de escenas cotidianas logran hacernos reír y ver el tema de la inmigración a Francia desde una perspectiva real que apela a las emociones y a nuestros propios valores.

Con esta película dirigida para toda la familia se garantiza no sólo pasar un buen rato sino disfrutar de un diálogo bien estructurado, donde ninguna escena sucede al azar aunque lo parezca y dónde la sencillez de una buena historia bien desarrollada se evidencia. No es una comedia que se ve fácilmente en las películas, así que vale la pena aprovecharla, disfrutarla y dejarse llevar por el momento.

Ruben Alves, no sólo dirigió la película sino que también escribió el guión, garantizando la autenticidad de la historia que quería contar  a través de personajes y situaciones donde fácilmente nos podemos ver reflejados de alguna manera. Como resultado consiguió un largometraje que hace homenaje a la vida de sus padres quienes también vinieron a Francia en la época de la inmigración en busca de un mañana más amigable para su familia.


Mi parte favorita es casi hacia el final,  la escena donde aparece el fado (música representativa portuguesa que surgió en la época dónde los hombres viajaban a conquistar el mundo y las mujeres quedaban solas lamentándose por sus maridos), cuya letra expresa el sentimiento de esa persona como una plegaria a Dios donde le dice que podría morir de cualquier forma y en cualquier sitio, pero que por favor le conceda morir donde nació, en Portugal.

La música, el sentimiento y la secuencia de esta parte traen consigo una nostalgia que representa el punto de desenlace de las historias que se han desarrollado con cada uno de los miembros de la familia y abre paso al gran final, confirmando una vez más que llega ese instante donde cada pieza del camino recorrido se acomoda de tal forma que da paso a la felicidad en el momento perfecto.

Esta película hace parte del 12 Festival de Cine Francés que se realiza en diferentes ciudades del país, la programación la pueden consultar en el siguiente enlace: 12 Festival de Cine Francés




viernes, 6 de septiembre de 2013

"Searching for Sugar Man" (Hey Rodríguez, now here's a Cold Fact to you...)



En épocas donde el Shazam reina, el producto se caza en tiempo real. Todos los registros de descargas online se rompen mientras Katy Perry o Justin Timberlake cantan (o doblan, qué sé yo) su nueva canción amparada en una disquera de chequera larga; entre más larga es la chequera y el lobby, más larga es la presentación en vivo por el canal que dispara a un target que “after Shazam, download it” .

No hay mejor plataforma para mercadear un producto que una gala de algún premio. Las buenas películas se quedan muchas veces en el olvido de unos pocos, las premiadas le dan la vuelta al mundo, pues “porque se ganó el Oscar hay que verla”.
También hay que tener en cuenta y subrayarlo tan seguido como se pueda que un premio, por más bombo que tenga, no indica una verdad siempre.

Ganó el BAFTA, ganó en Sundance, ganó el Oscar, y le sigue dando la vuelta al mundo así haya sido lanzada en 2012: “Searching for Sugar Man” es su nombre.

La ganadora de la estatuilla más famosa da la industria del cine arranca vendiéndonos una mentira, un in crescendo absurdo y tal vez innecesario, hasta mentiroso puede ser, pero efectivo para enganchar al espectador con un tal Sixto Rodríguez, un supuesto “vagabundo” (que más tarde pasa a ser un obrero común) que grabó dos discos.

Rápidamente este in crescendo es reforzado por un par de ”autoridades” del mundo de la música norteamericana, que lo catalogan como uno de los artistas más significativos que tuvieron en sus manos. Lo comparan con Michael Jackson, lo ponen en un altar de elogios, pero resulta que Rodríguez nunca vendió. Sus dos discos Cold Fact (1970) y Coming from Reality (1971) son bocanadas de muy buena música, gemas perdidas en medio e una industria avara, a la cual se le pone cara con Clarence Avant, en mitad de una década marcada por el sello Motown (el cual manejaba Avant) y la forma de hacer industria antes que música que esta casa disquera imponía.

(Motown, Motown, Motown… los mismos que hacían pegar la canción que fuese, así fuera grabándola primero como pop, después como R&B, después como balada, siempre con un artista distinto, dejando intervalos de tiempo según el mercado “lo pidiera”).

Dos discazos, grabó el buen Rodríguez pero nunca logró trascender en el mercado, ni vender, ni nada.

El sentimiento de que en esta película se nos está vendiendo un producto, y no un producto cinematográfico como tal, es constante. Se nos vende a Rodríguez, como el “Jesús” mismo de Sudáfrica, como un “Jesús” que debemos escuchar porque, como la película nos señala, hemos sido injustos con él, la industria ha sido injusta con él, como el documental mismos nos vuelve a señalar, “este Jesús”, “es más grande incluso que Bob Dylan”, porque, si, otra vez nos lo señala la película, “Rodríguez tiene una voz más limpia” que el buen Bob.

También se nos vende una historia. Un guión repleto de espectacularidad cinematográfica amparada en “la búsqueda” que hace un “detective”-periodista desde Estados Unidos motivado por una reseña en el librillo de un cd de Rodríguez, el cual escribió un fan del “Jesús desconocido”, del “Jesús olvidado”. Este fan escribió el famoso librillo desde Sudáfrica, país donde Rodríguez inspiró a los revolucionarios contra el apartheid y donde “toda familia de clase media ha tenido en su colección sus dos cd’s”, construyendo así un puente a través de ambos continentes que permite dar juego a la historia que desde ese punto se empieza a desarrollar: ¿Qué es de la vida de Sixto Rodríguez? ¿Está vivo?

Hay una escena que resume perfectamente lo que es ‘Searching for Sugar Man’: Rodríguez camina, da pasos sin ninguna prisa, pasos que claramente han sido señalados por un director o un productor. Señalados y no sugeridos, dictados y no “dirigidos”, pues Rodríguez va caminando por la nieve, casi dando tumbos, en vez de ir por la acera que se ve claramente si se presta atención desarraigándose del sentimiento lógico de sobrecogimiento al cual nos conduce (empuja) una de sus magnificas canciones que suena de fondo. 

Cada canción realmente contagia, gracias a letras que justifican la boleta y transmiten vida con un toque justo de rebeldía. Pero precisamente la disposición de la película por momentos nos hace sentir que estamos frente a un videoclip musical y no frente a un documental.



Rodríguez sigue paso a paso, camina entre la nieve, mientras el cielo luce esplendido con unas nubes como pintadas, justas para maravillar en medio del azul profundo. De fondo una Detroit que congela. Él va envuelto en negro, chompa, gafas, botas, sombrero, todo fundido en lo más oscuro de la paleta de colores.



Pero aún hay algo con un toque mayor de superficialidad. Retomo la idea que había dejado picando en los primeros párrafos: la del in crescendo absurdo. La primera parte del documental se nos engaña con una teoría, la cual se rompe con una irrupción descarada por una ventana… Un plano del que los mitos urbanos daban por desaparecido… (No, estoy luchando por no escribir ningún SPOILER, hasta ahora voy bien, así que no daré el correspondiente).

“Searching for Sugar Man” (“Buscando a Sugar Man” en su traducción al castellano) bajo una visión cruda deja la sensación que pocas veces se encuentra un documental con tantas imágenes de apoyo, filtros, montajes, testimonios guionados… Todos recursos que se suman como tomas falsas que quieren remembrar épocas pasadas desde la ilusión, esos si, siendo reforzados por una excelente banda sonora, en vez de documentos visuales serios que recreen la contundencia y credibilidad que debe asumirse en el genero.  El punto más alto de esa serie de “mentiras piadosas” (para nombrarlas de alguna manera y no ser tan duro con el guión milagroso) es cuando muestran la imagen de un supuesto periódico llamado “Cape News” que titula “Superstar Suicides”… ¿Qué programa de diseño habrán utilizado para ese supuesto periódico?

Emociona la escena del concierto en Sudáfrica: queda en la retina la concreción del “milagro” que se nos quiere contar, y a la mente llega contundente la frase “gracias por mantenerme vivo” del buen Rodríguez.

Otra frase que trasciende es la fastuosa “ahora díganselo a Estados Unidos", recogiendo uno de los valores más importantes del film, la critica a la industria discográfica. Aunque es más tenue de lo que pudo haber sido, se apunta un par de veces a esta fabrica de figuras antes que de música, sobre todo en la entrevista a Clarence Avant.

La película se vanagloria de ser una búsqueda a un artista fuera de categoría que murió gracias al olvido pero que vuelve triunfalmente de esa “muerte”.

Hoy la música de Rodríguez, aunque sea en Youtube, está representada por Sony Music, una disquera que históricamente ha jugado entre las dinámicas usuales de la industria, muy alejadas estas de los valores que profesa Rodríguez en el documental. Sony Music, sello que nació de la difunta RCA (Radio Corporation of America), hoy es dueño precisamente de esa marca registrada, RCA, la cual aparece como compañía discográfica de Rodríguez en varias de sus páginas web.

El mismo personaje al que no le interesa ganar dinero, según dice en la película, tiene varios conciertos programados a la vuelta de la esquina. Mientras el miércoles 9 octubre tiene que presentarse en el Barclays Center de Brooklyn, el jueves 10 octubre Sixto tocará en el Radio City Music Hall de New York. Debe ser un privilegio verlo en vivo, que bueno que el buen Rodríguez ahora esté más cercano a los escenarios y no tan metido como el ermitaño que se nos presenta al final que vive en Detroit y no sale de su casa.

(Inmediatamente mencionados estos elementos debo subrayar: no es mi intención al presentar estos hechos el cuestionar o juzgar a Sixto Rodríguez como un personaje perverso o algo por el estilo, mucho menos crucificarlo por dar conciertos o ser representado por una casa disquera que pueda potenciar su carrera, todo lo contrario, mi intención va más allá y sirve como herramienta para analizar una pieza cinematográfica, como lo termino de hacer en los siguientes párrafos finales)

“Searching for Sugar Man”, película distribuida por Sony Pictures, ratifica que hay pocas herramientas tan poderosas para construir héroes y mitos con tanta contundencia como lo hace el cine.

A la final, “Searching for Sugar Man” nos deja la pregunta: ¿éste es acaso un documental que critica a la industria musical pero que a la final termina siendo un trampolín para un artista más que una suma de méritos cinematográficos?

BONUS:

1 Sheryl Crown es productora ejecutiva de la película.
2 ¿La esposa de Rodríguez por qué no apareció en la película?
3 La magia del (buen) cine es que no crean al espectador tan tonto, o en su defecto, que logre atontarlo.
4 Me encantó la música de Rodríguez. En mi cabeza suena una y otra vez “I Wonder”. Preferí hablar de la película antes que de la música, porque precisamente de eso se trata el ejercicio de analizar una película, pero la música de este señor tiene pasajes de real grandeza. Po-e-ta.



I Wonder - Sixto Rodríguez

I wonder how many times you've been had
And I wonder how many plans have gone bad
I wonder how many times you had sex
And I wonder do you know who'll be next
I wonder I wonder wonder I do

I wonder about the love you can't find
And I wonder about the loneliness that's mine
I wonder how much going have you got
And I wonder about your friends that are not
I wonder I wonder wonder I do

I wonder about the tears in children's eyes
And I wonder about the soldier that dies
I wonder will this hatred ever end
I wonder and worry my friend
I wonder I wonder wonder don't you?

I wonder how many times you been had
And I wonder how many dreams have gone bad
I wonder how many times you had sex
And I wonder do you know who'll be next
I wonder I wonder wonder I do

jueves, 5 de septiembre de 2013

Por el deleite de un bosque sin senderos


Por: Eva María Pinto - @evamapi


Decidí empezar  con un clásico de amor, y ninguna película representa tan bien este género como Los Puentes de Madison. Confieso que la primera vez que la vi no la encontré emocionante, no me movió el piso para nada y no entendía como mi mamá terminaba llorando al ver esta película. Sin embargo y como suele pasar con muchas películas, cuando la volví a ver en otra etapa de mi vida entendí mejor la historia de un amor tan real pero a la vez tan imposible que sus protagonistas Meryl Streep y Clint Eastwood lograron trasmitir a la perfección.


Cuenta la historia de Francesca, una tradicional ama de casa que vive en Iowa en los años sesenta,  cuando conoce a un fotógrafo de National Geographic , Robert, que viaja a tomar unas fotos de los puentes de la zona para la Revista.

En ese momento su esposo y dos hijos están viajando, y este encuentro se convierte en el mejor episodio de su vida. Viven cuatro días llenos de emociones que devuelven la vitalidad a Francesca y quedan grabados en su memoria para siempre, sacándola de la rutina y brindándole la oportunidad de conocer un amor verdadero, de esos que duran para toda la vida.

Sin embargo, a la llegada de su esposo y sus hijos a la realidad que conoce,  la hace poner los pies en la tierra y toma la decisión de dejar ir a Robert, su amor verdadero para continuar con su vida de mamá y esposa.

Esta decisión no se entiende fácilmente ya que entre los dos viven una conexión única. Un amor que ambos comparten y expresan a través de escenas de la vida cotidiana que logran parecer como las más elaboradas ante sus miradas y esos momentos que viven juntos.

El guión está basado en “The Bridges of Madison County”, novela de Robert James Waller, y se caracteriza por sus frases inolvidables que describen los cuatro días que viven juntos y que cambian para siempre la vida de los dos, como esta por ejemplo:

“Y tú sigues aquí, entregándome la vida en cada suspiro, suplicando por mis besos sin saber que ni siquiera tienes que pedirlos... Porque son tuyos, porque yo ya no soy mía, sino tuya”


Claramente las mujeres que ven esta película terminan llorando, me incluyo y algunos hombres se les alcanza a entrecortar la voz. Y la verdad es que después de tanto tiempo, porque la última vez que vi esta película fue hace más de dos o tres años, sigo sin poder sacar de mi mente la escena final de Robert bajo la lluvia y la mirada de Francesca de despedida y resignación.

Y se viene a mi mente la dedicatoria que él le hace en el libro de fotografía unos años después:

Para F, por el deleite de un bosque sin senderos…

Perfiles escritores de 'En Montaje'




Eva María Pinto
Twitter: @evamapi


Comunicadora y periodista, apasionada por el cine desde siempre, tanto así que antes de escoger mi carrera sólo quería estudiar cinematografía, lo que me llevó a tener un encuentro cercano con el cine Colombiano y la oportunidad de conocer a unos directores clave en su historia como Felipe Aljure, Camila Loboguerrero y Lisandro Duque. Desde ese momento he intentado no alejarme nunca de este mundo dónde cualquier cosa es posible. 

Confieso que después de ver una buena dosis de cine independiente ya no disfruto de la misma forma que antes las películas, sobre todo las “hollywoodenses”.  Me hace falta el existencialismo que tienen las europeas y los finales inconclusos e inesperados.

Me gustan las películas españolas,  soy fanática de absolutamente todas las películas de Pedro Almodóvar, el género de miedo de vez en cuando, y sigo pensando que la mejor forma de despedir una semana es viendo un domingo en la noche una película románticona de esas en las que no hay que pensar mucho sino sólo sentir y soñar.

Actualmente me encuentro manejando comunicaciones externas, más específicamente, relaciones públicas, confirmando cada día la importancia de la comunicación para cualquier organización y proceso, pero sin dejar de lado cada oportunidad que tengo para ir a cine o simplemente ver una película en la comodidad de mi casa.


Tengo un problema con el cine: no lo disfruto como los demás. Sufro cuando veo errores de continuidad, guiones débiles y obvios, personajes vacíos, entre otras debilidades que nos proyectan gracias a una industria que hoy basa su negocio en la repetición.

Ese mismo problema me ha llevado a apreciar las obras que representen una mínima noción de novedad, así sea en una escena o guiones sorprendentes y no convencionales.

Pero a su vez, pocas cosas disfruto tanto como sentarme en la butaca del teatro y dejarme llevar por una montaña rusa de sensaciones, colores, sonidos y emociones.

Si hay un concepto egoísta para un cinéfilo seguramente el de “película favorita” es el más grande. Me presto a ese juego egoísta y cuento que Apocalypse Now y su forma de mostrar lo peor del ser humano a través de la guerra siempre me cautivará. Full Metal Jacket, Memento, 2001: Odisea en el Espacio, Brazil, son algunas de esas películas que considero sublimes.

El género que más amo es la Ciencia Ficción. Ese “todo puede ser” que este presenta hace que me declare fan de Terminator y Robocop, como de todo tipo de cintas, populares o no tanto, que planten una realidad diferente a la que respiramos.

La monótona Bogotá, donde hoy vivo, me hace valorar mucho más la magia del cine. Trabajo escribiendo en revistas de economía y tecnología, acá escribiré por pasión, por tener una cámara en la cabeza en vez de ojos y un sentido crítico que me impide callarme.

Prefiero el cine a los demás artes simplemente porque este los reúne a todos. Por eso sueño con dirigir y escribir una película, por ahora hablaré de ellas.



Perfil Natalia Ortega

Ir a cine es una experiencia para disfrutar, es disponerse a  sentir empatía con una historia y acercarse a la cotidianeidad humana o  encantarse  con la fantasía que este arte nos ofrece.  Aunque todas las historias no cumplan con nuestras expectativas, como audiencia seguimos asistiendo al teatro buscando enganchar nuestros sentidos.  

A medida en que la experiencia de vivir aventuras junto a personajes favoritos o en que directores abrieron mundos ajenos que no conocía, como adolescente, entendí que el cine era una manera de apreciar y percibir las sensibilidades humanas. La puesta en escena, los movimientos de cámara y el manejo de la luz fueron algunos aspectos que llamaron mi atención. Aunque actualmente mis enfoques laborales y personales estén en la fotografía, continúo aprendiendo y deleitándome con las novedades en cartelera y volviendo a ver  aquellas películas que en el pasado me hicieron soñar.

Luego de estudiar Comunicación Social con énfasis Audiovisual, hice una práctica en el festival de cine de Tribeca y luego estudié cinematografía en el New York Film Academy. Trabajé por un tiempo en cine independiente al finalizar mis estudios en Nueva York, donde  resido actualmente.

Perfil Carlos Enrique Ramos

Nací con un estudio de grabación en el cuarto de al lado, a mi abuelo en su edad de buen retiro se le dió por coger la concesión de Telecaribe en mi departamento, lo cual hacia que la casa y su mundo estuvieran rodeados de periodistas y camarógrafos locales, su loca idea creemos, fue concebida por mero romanticismo. Su padre a principios del siglo 20 había fundado una de las primeras salas de cine de la ciudad, y aunque no duró mucho, después de más de 70 años la familia sigue hablando de las películas que pasaron mientras estuvo abierto.

El Variedades, ese fue el nombre que mi tío nando le puso a la sala de cine descubierta, y como típico cuento macondiano, cada vez que llovía se cancelaba la función. Un tema obligado en las conversaciones de la casa de mi abuela materna, desde que tengo uso de razón, es el cine, desde películas de actualidad hasta recaer en hablar de la "vida privada" de actores exitosos o venidos a menos.

Soy Politólogo de la Universidad del Rosario, cuento con una maestría en estudios políticos e internacionales de la misma universidad. He tenido la oportunidad de estudiar literatura francesa en Burdeos, Francia.

Mis aproximaciones académicas con el séptimo arte han sido casi nulas, aunque he participado en simposios, congresos y festivales de cine alrededor del mundo, pero siempre por simple hobby.